HISTORIA

En México hay una tradición de danza ritual muy antigua, cuyos orígenes pueden localizarse en la época prehispánica. Esto puede advertirse sobre todo en los innumerables grupos de danzantes indígenas y mestizos que acuden a los diferentes santuarios y templos católicos distribuidos por todo el territorio nacional; es particularmente notable la festividad de la Virgen de Guadalupe, cuya fiesta (el 12 de diciembre) se ve profusamente concurrida por peregrinos y danzantes.

Es indudable que esas danzas convocadas por el gobernante para las grandes ocasiones cívicas y religiosas, en las que participaban miles de ejecutantes en las grandes ciudades, prevalecieron poco tiempo después de la Colonia, para luego desaparecer totalmente, aunque algunas sobrevivieron en mayordomías o hermandades hasta bastante después de establecido el régimen virreinal español.

Muchos grupos de danzantes organizados en mayordomías sufrieron fuertes influencias españolas, como sucedió con las danzas llamadas de la conquista" en las que se representa la lucha entre moros y cristianos y que sobrevivieron con u simbolismo y organización socio-religiosos sincréticos. En regiones más alejadas con menos influencia española se conservaron algunas danzas más auténticamente indígenas, como las del venado de los indios seris y tepehuanos.

La complejidad de la danza en el reino o señorío mexica correspondía a su organización de liderazgo político, militar y religioso, así como a su composición social que incluía diversas clases o estamentos sociales, grupos étnicos, pueblos sometidos e incluso su historia, su carácter urbano y el papel del gobernante como sacerdote y tlahtoani.

La importancia social y religiosa de la danza era tal, que formaba parte de prácticamente toda la vida de los mexicas como actividad cotidiana, ya sea en las bodas, los funerales, cuando un señor asumía determinado cargo y en las grandes ocasiones cívico-religiosas. Esta importancia se refleja también en el manejo y manipulación por la clase dominante, especialmente por el tlahtoani.

Según relata Durán (I:187-196) había en cada barrio unos ancianos llamados teanque, que quiere decir “los hombres que andan a traer mozos”, y unas ancianas conocidas como cihuatepixque, que quiere decir “guarda mujeres”, que eran designados en particular para cuidar a los jóvenes de 12 a 14 años, a los que recogían una hora antes de la puesta del sol en sus respectivas escuelas o telpochcalli para llevarlos al cuicacalli o “casa de canto”.

En el cuicacalli permanecían en diferentes salas, de acuerdo con su sexo, hasta que empezaba la danza que tenía lugar en el patio. El cuicacalli se hallaba en una esquina de la cerca o muro que rodeaba al conjunto de templos en el mismo lugar donde se encontraba el portal de mercaderes y que actualmente correspondería a los edificios erigidos al occidente del Zócalo.

Los maestros, que al parecer eran también los músicos, se colocaban en el centro y con gran cuidado les enseñaban los diferentes pasos a los jóvenes, quienes ensayaban y bailaban durante buena parte de la noche; terminada la danza, eran llevados de regreso por sus cuidadores hasta sus respectivos dormitorios. (Sahagún, II:311).

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Los antecedentes sobre el diseño del Zócalo remiten a los tiempos prehispánicos ya que desde entonces en el sitio que actualmente ocupa esta plaza ya existía un espacio abierto que formaba parte del centro ceremonial de la capital del Imperio Azteca, Tenochtitlán.

Es el lugar donde los mexicanos forman parte de la historia; en tiempos prehispánicos con los ritos y ceremonias religiosas aztecas; en el Virreinato en las proclamaciones de reyes y virreyes y en la época independiente en las celebraciones del día de la Independencia, protestas o eventos culturales. De esa manera el Zócalo de la Ciudad de México es el corazón de una cultura.








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